Helen Keller, más allá de los sentidos.

Solemos pensar que los sentidos son la puerta que nos comunica con el mundo, y posiblemente así es. Por ello, cuando uno de ellos falla los demás intentan hacer el trabajo de otra manera. Así, una persona ciega desarrolla más el oído o el tacto, para poder ver más allá de los ojos. Pero, ¿hasta donde es eso posible?

La historia de Helen Keller nos muestra que la voluntad de abrirnos al mundo es más fuerte que las barreras sensoriales. Esta escritora nos deleita con su experiencia y su propio ejemplo. Una amante de la literatura, oradora, activista y maestra de las letras cuya lección vital recupero hoy, pues su vida y obra son fértiles semillas para los amantes de la reflexión.

“La literatura es mi utopía, no hay barrera de los sentidos que me pueda quitar este placer. Los libros me hablan sin impedimentos de ninguna clase”.

Helen Keller. La historia de mi vida. 1903.

La barrera de los sentidos

Helen Keller nació el 27 de junio de 1880, en Alabama, Estados Unidos. A los nueve meses después de nacer esta empática pensadora contrajo una extraña enfermedad. La pequeña no la sufrió durante mucho tiempo, pero provocó en ella unas duras secuelas. Definitivamente, Helen quedó ciega, sorda e incapaz de hablar. Sin embargo, pronto demostró que la curiosidad y el entusiasmo, unido a un intelecto lúcido y a un trabajo constante, superan las limitaciones de este tipo. Y es que, a la edad de siete años la joven Helen ya había inventado alrededor de sesenta señas que empleaba para comunicarse con su familia. Helen era la voluntad personificada. Y esto era sólo el principio.

El apoyo que recibió de su familia fue esencial también para que su entusiasmo diese frutos. Ante la insistencia de la pequeña por comunicarse con el resto del mundo y por aprender, en 1887, sus padres, Arthur H. Keller y Kate Adams Keller, finalmente se pusieron en contacto con el mismísimo Alexander Graham Bell.

Bell era un científico y logopeda de prestigio conocido por trabajar en el desarrollo de las telecomunicaciones pero, también, en la pedagogía con jóvenes sordos. El científico sugirió a la familia que contactaran con el Instituto Perkins, para Ciegos, Massachusetts. Y es que el caso de Hellen era muy especial, se unían la sordera, la ceguera y la incapacidad para hablar. Enseñar a la pequeña a comunicarse era una odisea.

Los padres siguieron el consejo del científico, y en dicho instituto conocieron a la profesora Anne Sullivan, quien al momento de recibirla tenía tan sólo 20 años, y se comprometería a intentar estimular a Helen y enseñarle la lengua de señas. Esto fue el inicio de un período de 49 años de amistad y trabajo en conjunto. Que no solo daría frutos para Helen, sino para toda la sociedad, ya que aquella pequeña cumpliría un papel destacado en la misma años más tarde.

Aprendizaje de Helen.

La joven profesora optó al principio por unos métodos que es posible que para muchos sean desconcertantes. No obstante, la familia confió en ella. Aquella atrevida maestra recibió permiso del padre de Helen para aislar a la niña del resto de la familia, en una pequeña casa en su jardín. Su primera tarea era disciplinar a la niña mimada. Y a partir de ahí provocar que Helen se viese obligada a entenderse con ella.

El primer gran paso de esta historia lo dio Helen cuando un día cuando se dio cuenta de que los movimientos que su maestra estaba haciendo con sus palmas simbolizaban la idea de “agua”. Y a partir de esa primera palabra vinieron otras que fueron abriendo la posibilidad de que la joven se comunicase con el mundo. Como resultado, Anne pudo enseñar a Helen a pensar inteligiblemente y a hablar, usando el método Tadoma: tocando los labios de otros mientras hablan, sintiendo las vibraciones, y deletreando los caracteres alfabéticos en la palma de la mano de Helen. A partir de entonces la curiosidad se apoderó de nuestra heroína, que aprendió a leer francés, alemán, griego, y latín en braille.

Helen despega.

“¿Por que contentarnos con vivir a rastras cuando sentimos el anhelo de volar?”

Discurso en Philadelphia (8-07-1896)

Aquello sólo era el comienzo, los logros de Helen a partir de entonces no tuvieron límites. En 1888, asistió al Instituto Perkins para ciegos y a la Escuela Wright-Humason para los Sordos en Nueva York. De tal manera que cuando tenía solo 24 años, en 1904, se graduó cum laude de Radcliffe College, siendo la primera persona sorda en graduarse de la universidad.

Como cabe esperar atendiendo a su constancia Helen se convirtió, gracias a su entusiasmo y a una tremenda fuerza de voluntad, en una oradora y autora mundialmente famosa. Además de lo cual, encabezó la lucha por los sensorialmente discapacitados del mundo como la meta de su vida. De hecho, en 1915, fundó Helen Keller International (Helen Keller Internacional), organización sin fines de lucro para la prevención y tratamiento de la ceguera.

La historia, por supuesto, no acaba aquí. Los reconocimientos a su figura son muchos y los resultados de sus esfuerzos más aún. La belleza de sus escritos, cuya lectura recomiendo, nacen de la autenticidad de una vida humana que trabajó duro por conseguir comunicarse con los otros.

Helen solía decir que su utopía era la literatura, idea que comparte esta misma que les escribe, pero cabe recordar que la buena literatura nace de la vida misma, y es la propia Helen y su ejemplo tan grande como un bello poema, y su vida tan emocionante como una buena novela. Invito pues, a recuperar su figura acudiendo a sus letras…Con lo cual, dejo aquí los títulos de tres de sus obras para el deleite de los amantes del saber, esperando que la disfruten más allá de en una cita de este escrito: La historia de mi vida, La puerta abierta, El mundo en el que vivo. Aún así, antes de acabar este escrito-homenaje, cabe señalar el eco de esta figura en la sociedad, todo a raíz del entusiasmo de una pequeña que insistía en comunicarse más allá de la barrera de los sentidos.

Hellen Keller: un símbolo.

Hacer un repaso por los logros de esta heroína daría para otro artículo aparte. Helen fue una gran defensora de los desfavorecidos, así, además de su éxito como escritora, se convirtió en una excelente oradora, una inspiración para muchos que la colmó de homenajes.

Pero más allá de ellos, en una época en la que hablamos de inclusión y de integración, no está de más recordar que fue la figura de Helen una clave esencial en esta historia. De hecho, la formación de Keller significó un avance importante. Y es que, la enseñanza de Keller fue la primera en ser registrada de forma fiable en múltiples obras escritas y originó muchos métodos educativos especiales nuevos, gracias a una profesora que tenía tanto entusiasmo como la angelical Helen.

Con una hiostoria así, ella misma es literatura, esa misma que tanto amaba. Valga pues este pequeño artículo para contagiarnos del entusiasmo y ejemplo vital de esta pensadora, que supo inspirarnos más allá de los sentidos. Sus letras son fieles a su ejemplo vital, si miramos su vida, cabe entender por qué nos dejó escrito que…

“La vida o es una aventura atrevida o no es nada”.

Helen Keller. The Open Door (1957)

Raquel Moreno Lizana.