Filósofo Perro

¿Sabías que en la antigua Grecia había unos filósofos que se autodenominaban como filósofos perros?

Diógenes de Sinope y el Cinismo

Son célebres las anécdotas de un filósofo que vivía en un tonel, se masturbó en el ágora ateniense, y mandó a paseo a Alejandro Magno. Es el filósofo perro más carismático de la historia: Diógenes de Sinope es protagonista indiscutible de este tipo de historias. Pero, ¿quién fue en realidad este hombre? ¿Cabe simplificar su figura a una actitud delirante? Ni mucho menos, hablamos del máximo exponente del cinismo, desarrollado en Grecia en el siglo IV.a.C.

Esta corriente recibe su nombre haciendo alusión al tipo de vida que llevaron los que la siguieron. La palabra “cínico” (del griego Kynikós) viene de perro (Kúon, kynós), y significa “perruno” o “propio de los perros”. Sin duda, es un singular nombre para una corriente de pensamiento, pero adquiere sentido por la forma de vida desvergonzada que caracteriza a estos filósofos.

En el caso de Diógenes, el principio de su historia podría situarse en el Oráculo de Delfos.  El cínico fue a pedir consejo al dios Apolo, y en el templo recibió como recomendación “invalidar la moneda”. De todos era sabido que este tipo de mensaje debía ser interpretado metafóricamente. Pero nuestro protagonista no se lo tomó así, con lo que terminó siendo desterrado por falsificar dinero.

Sin embargo, esto no debe hacernos pensar que no captó el trasfondo metafórico. La frase del Oráculo podría referirse también a invalidar las convenciones sociales, y esto último es precisamente lo que pregonará su filosofía.

El cinismo es conocido por oponerse a los valores imperantes y a las convenciones de la polis. Diógenes hace de esta idea su modo de vida, creía que las leyes y costumbres eran producto de falsas creencias y que planteaban exigencias insaciables que impedían una vida feliz. Esto implicaría que el carácter corrupto de la polis oculta la verdadera naturaleza, frente a lo cual el filósofo propone una vida en conformidad con esta última.

Con esta actitud, se opone a las diferencias que suelen darse entre los seres humanos, ni las clases sociales, ni la discriminación por raza o sexo tienen cabida en su pensamiento. Todo esto no son más que convenciones impuestas que se convierten en obstáculos para alcanzar una vida plena.  Por ello Diógenes se burlaba de los orgullosos y los que presumían de honores, al tiempo que despreciaba el poder y la riqueza, ya que piensa que esclavizan al individuo. Pero aun cabe preguntar, ¿qué sentido tiene este ataque por parte del pensador de Sinope?

Su crítica a las convenciones irracionales que, a su juicio, llevan al hombre al sufrimiento y lo alejan de la vida virtuosa no supone una mera posición negativa. Mas bien debe interpretarse la actitud del cínico como positiva, y en este sentido nos lo aclara el mismo. Cuando a Diógenes le preguntan ¿de dónde eres?, no contesta con el nombre de una polis, pues no se siente identificado con ninguna, pero responde con una palabra que revela el sentido real de su filosofía: “Cosmopolitas”, que en griego (Kosmopolites) significa “ciudadano del cosmos”.

Además, llegó a decir también que solo hay un gobierno justo, el del universo (Kosmos). Si Diógenes quisiera simplemente criticar le habría bastado decir: “yo no tengo polis”, pero en lugar de ello se identifica como “ciudadano del mundo”. ¿Qué implica este añadido? Como poco un sentimiento que supera el límite impuesto por la legalidad.  Invalidadas para él las imposiciones sociales, solo aceptará las de la naturaleza (physis).

Desde esta perspectiva, todos seríamos ciudadanos de un mundo que respondería únicamente a las leyes naturales. En definitiva, Diógenes, llamado por Platón “el Sócrates delirante”, no propone un cinismo como abandono total de la vida social, como a veces se ha creído. Cierto que se apartó de las costumbres, pero realizó su actividad en la misma polis que criticaba. Con esto estaba añadiendo así a su pensamiento una función político-social que invitaba a un modelo alternativo: una ciudadanía del cosmos con la que los hombres pudiesen llevar una vida feliz y acorde con la naturaleza. Sabido esto, y a pesar de su peculiar forma de vida… ¿Deliraba realmente este “filósofo perro”?

Raquel Moreno Lizana.