Filosofía y Poesía. De María Zambrano.

María Zambrano (1904-1991), discípula de Ortega y Gasset, escribió su ensayo Filosofía y poesía durante su exilio en México en 1939. En él apuesta por la conciliación entre pensamiento racional y poesía. El tema es tan bello que es inevitable recomendar su lectura a través de esta reseña. La intención de esta obra puede resumirse en la pregunta que ella misma formula:

“¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lucidamente todos sus sueños?”

María Zambrano, Filosofía y Poesía

Para darle respuesta, la malagueña hace un repaso histórico sobre la relación entre el pensamiento filosófico y la poesía, cuyo origen sitúa en Grecia.

Relación entre la filosofía y la poesía

Desde que Platón condenara a los poetas, filosofía y poesía discurren como discursos paralelos. No obstante, es fácil intuir que  el fondo humano del que beben es similar, aun teniendo dispares caminos. La apuesta de Zambrano pasa por la voluntad de “unificar” estos senderos aparentemente divergentes. Para ello, se propone hallar un logos mediador que aproxime la palabra filosófica a la poética. Esta mediación se da claramente en el propio estilo de la autora, que supone un vehículo perfecto de expresión para tales intenciones.

La filósofa parte de la idea de que  la actitud ante la realidad del filósofo y del poeta son la misma: la admiración ante las cosas. Esta descripción se remonta a Aristóteles, pero en Zambrano, especialmente,  tendrá consecuencias notorias. Sin embargo, aunque reconoce el origen común de ambos, también nos dice la autora que la filosofía se ha centrado en la conquista del saber por medio de la abstracción, desprendiéndose de lo real para encontrar la verdad. En cambio, el poeta se aferra a las cosas, a lo múltiple… Por ello,  este encuentra esa verdad no a través de la búsqueda sino del delirio, la revelación y otras formas que la filosofía evita.

De este modo, filosofía y poesía suponen dos tipos diferentes de racionalidad, así como dos actitudes distintas hacia el mundo. Será  en la búsqueda de coincidencias entre una y otra en las que Zambrano sitúe las bases de una de las grandes aportaciones de esta obra: la razón-poética.

Razón poética

El concepto de razón poética es un aporte teórico específico de esta pensadora. Con este término, la malagueña alude a un método de conocimiento que se diferenciaría de la razón discursiva, que ha dominado el discurso filosófico de nuestra sociedad occidental. La nueva razón poética que nos propone constituye un nuevo método cognoscitivo. Con él se aspira a lograr un saber unificado que abrace distintos campos y que persiga explicar tanto las dimensiones racionales como las emocionales, pues ambas se presentan en nuestra existencia​.

Esta nueva razón estará inevitablemente emparentada con la razón vital, de la que habló su maestro Ortega. Con ella se persigue dar voz a lo real, al mundo vivido, que no puede ser reducido a la abstracción de un concepto. Buscamos entonces superar las barreras del concepto, trascenderlo para también comprender lo que este no integra. El mundo sentido más allá del pensado. En definitiva, se trata de transitar los niveles más subterráneos de la existencia.

Es así perceptible que lo que hasta ahora eran dos vías para hablar de la realidad, la filosofía y la poesía, tienen necesidad la una de la otra. Juntas podrán completar el conocimiento sobre nuestra forma de existir. Esto es algo que Zambrano intuye que ocurría con los filósofos presocráticos, como Parménides, pero que se perdió con Platón. Por ello, apostará la autora por una  filosofía que recupere su dimensión poética, en tanto que:


«Poesía y razón se completan y requieren una a otra. La poesía vendría a ser el pensamiento supremo para captar la realidad íntima de cada cosa, la realidad fluyente, movediza, la radical heterogeneidad del ser.»

María Zambrano, Filosofía y poesía.

Como consecuencia de estos intereses, veremos que el contenido de esta obra supone un intento de refundamentar la razón. Para ello, deberán aceptarse métodos de conocimiento no exclusivamente racionales, especialmente la intuición. La apuesta no deja de ser arriesgada, pero también viene de la mano de un humanismo que nos invita a ensanchar la concepción de nosotros mismos.

Zambrano, ejemplo vivo de su propuesta

En este libro, de fácil lectura para los que no estén versados en la disciplina filosófica, la apuesta concreta de Zambrano pasa por buscar el nexo que una filosofía y poesía.  La autora afirmará encontrarlo parcialmente en algunos autores contemporáneos (como Baudelaire, Novalis, Victor Hugo…entre otros). Sin embargo, es en el propio tono y estilo de la obra donde podemos captar mejor su propuesta. Así, aunque la malagueña usa como ejemplo otros autores, fue ella misma la personificación de esa razón poética, que se manifiesta en este libro gracias a la belleza de su pluma.

En estas páginas,  se nos deleita con un lenguaje que trata los problemas de la tradición filosófica dejando que la verdad aflore sin un tono dialéctico, sino dibujando un camino que abre nuevas posibilidades al pensar.

En este sendero de búsqueda de una “poesía consciente” juegan un papel decisivo otros autores como Paul Valery (1871-1945), en el que exactitud y estilo muestran el esfuerzo de expresar ese sueño poético. La poesía en autores como él va asemejándose así al pensamiento. Pero quizá por el hecho de que la poesía se sitúe paralelamente al pensamiento, hace pensar que ha dejado de ser fiel a sí misma. De ahí el que la autora deba profundizar en el asunto, pues en sus propias palabras:


“La poesía, al sufrir el martirio de la lucidez, se aproxima a la razón…”.

Maria Zambrano, Filosofía y Poesía. 

Esto implicaría que es posible que esa unión soñada entre ambas no sea posible de manera total. Porque quién está tocado por la poesía, no puede renunciar a ella y quién apostó por la filosofía, quizá ya no pueda volver atrás.

Zambrano en este ensayo aborda la cuestión desde la lucidez del filósofo pero con las bellas formas del poeta. Finalmente es el estilo de su propia obra el que refuerza la idea de que  filosofía y poesía son dos caras de la misma moneda. Como expresa en la misma: “[…] en la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser”. Ambas serán entonces caminos que nos llevan a un mismo destino: el conocimiento de nosotros mismos.

Raquel Moreno Lizana.