Hacer una reseña de Demian es hablar directamente de su autor: HermannHesse. Dicha obra se publicó en 1919, recién acabada la Primera Guerra Mundial. Era un tiempo convulso que provocó en Hesse una dura crisis existencial, que está reflejada en su creación.
Durante el conflicto bélico este escritor fue enviado a la ciudad de Berna para encargarse del cuidado de los prisioneros de guerra. Desgraciadamente, tuvo que lidiar esta dura tarea con la muerte de su padre, la grave enfermedad de su hijo y la esquizofrenia de su esposa.
La situación insostenible que pasaba le obligó a retirarse de su puesto para someterse a terapia psiquiátrica de la mano de Carl Gustav Jung. Fue este psicoanalista el que el que le ayudó a desarrollar su imaginación y le guió hacia nuevos valores que aparecen en la novela. En ella, a través del protagonista, conocemos precisamente el camino de autoconocimiento que vivió en la etapa descrita.
En las páginas de este escrito, el autor nos narra la historia de juventud de EmilSinclair. Este individuo aparecerá rompiendo con el mundo seguro y luminoso de la infancia para ir en la búsqueda de su propio destino, sólo realizable a través del mundo oscuro y amenazador de los adultos.
En principio el protagonista es un niño que ha vivido siempre en lo que él llama “Scheinwelt”, que vendría a ser el mundo de ensueño o mundo de la luz. Pero una mentira le lleva a ampliar su visión de la realidad y a conocer el enigmático personaje que da nombre a la novela: Max Demian. Este último le guía por los senderos del auto razonamiento, destruyendo los paradigmas materialistas que antes le rodeaban. El paralelo entre la propia vida de Hesse es inevitable.
Siendo así, en esta historia, accederemos a través de la ficción a conceptos de la psicología jungiana, que nos invitan a explorar las dualidades del mundo y de los sentimientos humanos. El protagonista mismo, viajará entre el “mundo de la luz” y el de la “oscuridad” como reflejo de esta influencia.
Estas metáforas las usa Hesse para relatar los impulsos humanos de querer encontrar algo que defina al individuo al tiempo que le llene. No se trata por tanto de narrar simplemente como cambiamos con el paso a la adolescencia, sino que el autor apunta a la búsqueda de la propia “misión vital”, que en el caso de Sinclair vendrá acompañada por su mentor Demian. La compañía y sabiduría de este último será esencial para la transformación del personaje, que necesitará “romper el cascarón y echar avolar”.
«En esos momentos tuve una certeza fulminante: cada uno tenía una “misión” pero esta no podía ser elegida, definida, administrada a voluntad(…) No existía ningún deber, ninguno, para un hombre consciente, excepto el de buscarse a si mismo, afirmándose en su interior, tantear un camino hacia adelante sin preocuparse de la meta a que pudiera conducir.»
Sinclair, en Demian de Hermann Hesse
Como ocurre en otras de sus obras, Hesse nos introduce en un mundo de auto-conocimiento “espiritual”. En él lo místico termina siendo el eje que sostiene la novela. Sus personajes (y este caso no es menos) suelen encontrarse perdidos o extraviados. Sin embargo, intuirán una senda de salvación siempre que estén dispuestos a recorrer un espinoso camino que les permita descubrirlo, algo que no todos lograrán ¿Será este el caso de Sinclair?
En esta obra del alemán Jürgen Habermas se recogen cuatro ensayos escritos después de la publicación de Facticidad y validez (1992). En ellos se plantean cuestiones de indudable interés en la actualidad.
Entre ellos cabe destacar los efectos que se derivan en las sociedades pluralistas. Sabemos que en estas se intensifican las divergencias multiculturales. También se atreverá el autor a analizar las consecuencias para los Estados nacionales que se unen en entidades de mayor envergadura (supranacionales). E igualmente reflexionará sobre las consecuencias para los ciudadanos de una sociedad mundial, que cada vez es más un hecho que una idea.
El tema es de tremenda actualidad. Necesaria entonces esta reseña para fomentar su lectura.
Estructura de la obra
La obra referida se divide en cuatro partes.
En la primera el autor nos habla del contenido racional de una filosofía moral basada en el respeto igualitario entre ciudadanos. Habermas insiste en como la desconfianza de la postmodernidad, frente al universalismo homogeneizador, amenaza y malinterpreta el sentido último de su moral basada en un “universalismo” bien entendido.
En la segunda parte profundiza en la historia reciente de su país. Respecto a ella trata de contribuir al esclarecimiento de las controversias que surgieron tras la reunificación de Alemania. Sobre esto el autor critica los planteamientos sobre “la nación étnica”. Además de lo cual describe las conquistas históricas del Estado nacional democrático.
El tercer apartado trata sobre la realización de los derechos humanos a escala planetaria, global y en el ámbito interno de los Estados. En ella se reivindica una “política del reconocimiento”. Esta se caracteriza por deber asegurar una coexistencia en igualdad de derechos de las diferentes formas de vida en el interior de la misma comunidad.
La última parte trata los puntos básicos de la concepción discursiva de la democracia. Con ello desarrolla un modelo normativo de democracia que incluye un procedimiento ideal de deliberación y toma de decisiones. Este será el modelo de la política deliberativa. Dicho modelo responde al propósito de extender el uso público de la palabra a las cuestiones que afectan a la buena ordenación de la sociedad.
Estamos ante la obra de uno de los filósofos de mayor influencia intelectual. Su producción teórica, especialmente la teoría de la acción comunicativa o la ética discursiva, aporta elementos centrales de la filosofía práctica contemporánea. De ahí elegirla y atrevernos a hacer un breve análisis de las ideas que expone.
Frente al neoliberalismo: Radicalización de la democracia.
La propuesta del alemán parte de una posición crítica frente al neoliberalismo. A su juicio, este reduce el campo de la política. Además cree que también hace prevalecer la teoría económica sobre las demandas éticas de las personas. Por ello, considera que este modelo no es el adecuado para mediar en las relaciones sociales. De ahí dar el paso hacia una nueva forma de liberalismo ético-político, que sustituirá el protagonismo de una razón instrumental a una dialógica.
Desde este punto de vista, el sistema social está formado fundamentalmente por dos niveles: el económico y el político. Ambos tienen lógicas independientes. Sin embargo, el primero se impone sobre el segundo debilitando al sistema democrático. Así se “cuela” este aspecto en “el mundo de la vida”. Lo cual genera un sistema que no produce equidad social.
Frente a esta situación, Habermas aporta un proyecto con una concepción ética que se afirma en la esfera del reconocimiento intersubjetivo y en la dignidad implícita a la condición de persona. Esta idea cree que genera una democratización profunda de la sociedad civil y la ciudadanía.
Con ello se pretende superar la instrumentalización de la democracia.Además implica proponerla como un sistema que puede ser perfeccionado con la participación de todos los ciudadanos. Por ello es posible afirmar que uno de los principios de esta propuesta es la radicalización de lademocracia. Pues incluye el respeto de las minorías a partir de reconocer la dignidad de cada individuo, aceptándolo como interlocutor válido desde la condición de ciudadano.
Esta línea de acción está sustentada en un proyecto emancipador. En este proyecto se busca la articulación de una vida digna, de acuerdo a criterios de justicia que puedan ser compartidos por todos.
La importancia de la acción comunicativa
Lo fundamental en este sentido es la cuestión moral. Esta se expresa en una nueva acción comunicativa. Su objetivo es terminar con la alienación política generada por el sistema económico.
Esta radicalización de la democracia, tiene la característica de ser dialógica y asimétrica. Dicho cambio permitiría, según el alemán, el desarrollo de una ciudadanía crítica y solidaria que genera nuevos procesos discursivos de participación de la sociedad civil en la política. Lo cual a su vez espera que permita corregir las distorsiones provocadas por el modelo neoliberal.
En este marco conceptual es en el que hay que entender su propuesta sobre la emancipación social y la inclusión del “otro” desde la acción comunicativa.
A su juicio, esta emancipación solo será posible realizarla sin violencia en el contexto de las democracias constitucionales. Lo cual se haría acentuando la dimensión moral de las mismas a través de las acciones comunicativas de la sociedad, que se llevan a cabo a partir del derecho. En esta realidad política sería posible pensar en la inclusión del “otro”.
Responsabilidad con “el otro”
Para Habermas, el contenido racional de una filosofía moral basada en el respeto igualitario para cada individuo, descansa en una responsabilidad universal que cada uno tiene por el “otro”. Por ello, plantea un universalismo sensible a la diferencia. En este sería necesario abarcar a la persona del “otro”.
Así se formaliza una propuesta a cada ciudadano para que sea solidario, y responsable con los demás. Lo cual desembocaría en una situación que lleva a considerar a otras personas como uno de “nosotros”, en el contexto de una comunidad más amplia.
El filósofo considera que la comunidad moral comprende el término de la exclusión a partir de la incorporación de los marginados. De ahí que la comunidad deba ser abierta. Y una de las posibilidades para lograr este objetivo estaría dada por la potencialidad de aplicar la teoría de la acción comunicativa como herramienta para buscar una solución a los problemas de los derechos humanos y la exclusión social. A lo cual habría que añadir la necesidad de abrir un diálogo intercultural que dé paso a un nuevo universalismo.
Nuevo Universalismo
Este nuevo universalismo lo podemos entender como transcultural. Pues, permite que la diferencia no sea una dificultad, sino una potencialidad que enriquece el diálogo. Por consiguiente, el mismo se transforma en el sustento moral que permite superar la diferencia y las situaciones de exclusión.
Desde esta postura cuestiones como el etnocentrismo étnico o nacionalista, supondría la negación de la acción comunicativa. Y por tanto, la imposibilidad de una comunicación intercultural. Dado que mantendría las relaciones asimétricas fomentando la inequidad.
No obstante, la consideración que se requiere para que estas ideas se conviertan en un hecho es una “incorporación sensible a las diferencias”. Es por ello por lo que se exige una separación entre el plano político-jurídico y la parte ética.
Si bien es cierto que los grupos y subculturas se integran desde una perspectiva ética con su respectiva identidad colectiva, la integración política se realiza en una esfera más abstracta. Lo cual implica no solo una integración de tipo formal, sino moral.
A este respecto el filósofo considera que la inclusión del “otro” debe comprenderse en relación con la noción de la ciudadanía. Claro que igualmente, señalará que no se puede sobrepasar los derechos individuales plasmados en los derechos humanos. Los cuales serían el fundamento del Estado de derecho democrático.
Además, debemos considerar que cualquier orden jurídico representa nociones de vida particular y no solo derechos universales. Para este autor, esta situación se refleja en el problema de las identidades individuales vinculadas con las colectivas, las cuales logran su equilibrio a partir de una red cultural cohesionada. Esa red no es otra cosa que una cultura política que debe dar cuenta del bien común.
Por ello será necesario que el Estado permita el desarrollo de una ciudadanía en la que los individuos sean corresponsables en las decisiones del ámbito público. Esto despertaría una conciencia solidaria que eliminaría su dependencia. En esta situación, la ciudadanía debe estar fundada en hacer valer los derechos civiles, económicos, sociales y políticos.
Identidad posnacional
Desde esta óptica, la mirada de un patriotismo constitucional no puede estar situada en lo étnico, cultural o en un nacionalismo. Este patriotismo se contextualiza en los principios democráticos de una Carta constitucional que respeta los derechos humanos y proporciona un estatus de ciudadano. Lo cual estaría más allá de la situación legal o jurídica de los individuos.
Este patriotismo constitucional conlleva la aceptación de diversas formas de vida y culturas. Estas, a su vez, tienen cabida en el contexto de una república que no excluye sino que refuerza el sentimiento de pertenencia a una ciudadanía inclusiva y participativa.
Este proceso se ve consolidado por el fenómeno de la globalización. Según el filósofo, dicho proceso exige, para ser viable, una identidad postnacional. Que debería incluir valores de corte universal que trascienden la propia cultura. Para hacer posible este proceso, la cultura mayoritaria debe desprenderse de su situación histórica excluyente.
Así para Habermas, el pluralismo es posible en una cultura política republicana que permita cohesionar a una sociedad. Lo cual obliga al respeto a las diferentes formas de vida heterogéneas. Entonces se articularía, democráticamente, una sociedad multicultural. En ella, la identidad colectiva tendría que poseer las características de supranacional o postnacional. Esto último, permitiría, a su juicio, la compatibilidad con el pluralismo que contenga las identidades nacionales.
Identidad y pluralismo
Como consecuencia de lo expuesto, Habermas propone un “patriotismo constitucional”. El cual sería la respuesta a una identidad colectiva más amplia, que pueda incluir a los ciudadanos de una sociedad diversa.
En este aspecto sostiene que los procesos de diferenciación social obligan al individuo a desempeñar diferentes roles en la vida. Y es que la identidad no es algo determinado e inmutable. Así, la identidad individual no necesariamente coincide con la construcción social, pero sí es complementaria. Los individuos, a juicio de Habermas, no estarían sujetos a un único código de cultura, sino que de acuerdo a las circunstancias optarían por uno u otro.
No obstante, el alemán parece entender que la nación representa una forma moderna de identidad colectiva, producto de una tradición histórica. Pero también plantea la posibilidad de una identidad colectiva en el marco de un proyecto profundamente democrático, y fundamentalmente de respeto de los derechos humanos. Esto implica que no debe situarse el sentimiento de pertenencia a una nación o comunidad por encima de la lealtad a la nación de ciudadanos que nos incluye a todos. Hacer lo primero, trae como consecuencia la represión.
Así pues, para Habermas, el pluralismo es posible en una cultura política republicana que permita cohesionar a una sociedad. Que implica necesariamente el respeto a las diferentes formas de vida y tradiciones culturales heterogéneas. Se articularía, democráticamente, una sociedad multicultural donde la identidad colectiva tendría que poseer las características de supranacional o postnacional. Con ello permitiría la compatibilidad con un pluralismo que contenga las identidades nacionales. De ahí que el patriotismo constitucional debe fundamentarse en un régimen político democrático y no en los conceptos de una comunidad étnico-nacional.
Teoría discursiva
Este planteamiento será posible si se construye un sentido fuerte de ciudadanía, junto a un uso ético de la razón práctica. La fuerza de este debe residir en el poder comunicativo que se ejerce en los espacios públicos. Y que, por cierto, es parte de la competencia ciudadana.
En definitiva, Habermas se basa en una crítica al ideario del neoliberalismo. En este la calidad de ciudadano está determinada por los derechos subjetivos frente al Estado y otros ciudadanos. Es decir, son derechos negativos. Para la tradición republicana el estatus de ciudadano significa libertades en sentido positivo. Esto es, la posibilidad de participar y comunicar. Sin embargo, la razón de ser del Estado no radica primordialmente en un proceso inclusivo de formación de opinión y de la voluntad común.
En cambio, una política deliberativa solo cobra una referencia empírica cuando tenemos en cuenta la pluralidad de formas de comunicación en las que se manifiesta una voluntad común. Las mismas comprenden: auto-comprensión ética, elecciones racionales de medios en relación a un fin…. Para el liberalismo el proceso se lleva a cabo bajo la forma de compromisos entre intereses. Para el republicanismo bajo la forma de una auto-comprensión ética.
Entre el liberalismo y el republicanismo.
La teoría discursiva que propone el autor toma elementos republicanos y liberales. Los integra en el concepto de un procedimiento ideal para la deliberación y la toma de soluciones. Esta comprensión ética, centrada en el derecho, puede renunciar al supuesto de una ciudadanía capaz de actuar colectivamente. La teoría discursiva asocia al proceso democrático connotaciones normativas más fuertes que el modelo liberal. Pero también más débiles que el republicano.
Para la tradición liberal el proceso de formación de la voluntad democrática tiene exclusivamente la función de legitimar el ejercicio del poder. En cambio, en el republicanismo, la formación de la voluntad democrática constituye la sociedad como una comunidad política.
Con la teoría discursiva entra en juego una idea distinta. La racionalización significa más que la mera legitimación, pero menos que la constitución del poder. El sistema político es un subsistema especializado en la toma de decisiones colectivamente vinculantes. La soberanía popular surge de las interacciones entre la formación de la voluntad común y los espacios públicos movilizados culturalmente.
¿Por qué leer esta obra?
En definitiva, en La inclusión del otro se toman en consideración los distintos problemas del mundo contemporáneo. Que constituirán los contextos de aplicación de los principios democráticos de la política deliberativa: la progresiva integración de los mercados internacionales, la diversidad cultural de las sociedades contemporáneas, el repunte de los sentimientos nacionalistas…
Habermas afronta la cuestión del creciente pluralismo de culturas y formas de vida en las sociedades modernas desde los presupuestos de la democracia deliberativa. En base a ello propondrá que la política de una democracia ante los problemas que plantea la “globalización” debe dirigirse hacia la “inclusión del otro”, con independencia de su procedencia cultural. Para que las vías de acceso a la comunidad política estén permanentemente abiertas las instituciones públicas deben estar desprovistas, en el mayor grado posible, de connotaciones morales densas. Y para ello, debe adoptar los rasgos procedimentales del derecho moderno.
Así, frente a cualquier tentación de exclusión, Habermas aboga por un “patriotismo constitucional”. En este, los ciudadanos se identificarían con los principios de la propia constitución como una conquista de la historia de su país. Pero, al mismo tiempo, concibirían la libertad de la nación de manera universalista. Se trataría, de una comprensión cosmopolita y abierta de la comunidad política como una nación de ciudadanos.
En conclusión, esta obra invita a la importante tarea de integrar al “otro” en un proyecto común. Para lo cual usa el diálogo como medio para solucionar cuestiones que nos implican a todos. Independientemente entonces de las soluciones que propone, es de necesaria atención para atender muchos de los problemas que aún hoy nos aquejan.
En esta reseña trato un libro de obligada lectura para los amantes de la reflexión. No es otra la obra que el libro que “1984”, una novela escrita por George Orwell entre 1947 y 1948 y publicada el 8 de junio de 1949.
A pesar de la aparente lejanía en el tiempo, aún es posible empatizar con el discurso de la misma. Por ello, leerla implica reflexionar sobre el mismo mundo en el que vivimos, a pesar de los años transcurridos desde que fuese escrita. Leer estas páginas todavía produce impacto por el hecho de que reconocemos los hechos que se presentan. ¿Cómo es esto posible? Por supuesto los motivos son muchos, pero claramente uno de ellos es la genialidad de su autor.
El autor: George Orwell
Escritor, ensayista y periodista inglés, George Orwell es uno de los autores más reconocidos del siglo XX. Sus obras son un verdadero alegato contra el totalitarismo en cualquiera de sus versiones. Y la potencia de su discurso fue tal que pasó a la historia de la literatura universal gracias a la que esta dedicada esta reseña (1984)y a Rebelión en la Granja. Novelas que sin duda aún hoy todavía mantienen su fuerza original.
Nació en la India durante el periodo colonial británico. Pero creció en Inglaterra, donde se formó en St.Cyprian antes de terminar sus estudios en Eton, poco antes de volver a Birmania donde comenzó a trabajar de policía. Años después, harto de la situación imperial, volvió a tierras inglesas para escribir sus primeros textos sin apenas sustento económico.
Fue en París, a partir de 1928, cuando Orwell escribió su primera obra de renombre, Sin blanca en París y en Londres, hasta que su aventura sin apenas dinero le hizo volver a casa de su familia. A partir de este momento, pasa a trabajar como profesor. Sin embargo, no deja de escribir y comienza a firmar con el seudónimo de George Orwell en lugar de con su nombre propio, Eric Blair.
El paso de los años y el duro contexto que le rodeaba condicionó poco a poco su pensamiento, y con ello fue naciendo el genio que conocemos hoy. La obra de Orwell a partir de 1936 se vuelve más social y con puntos en común con la izquierda europea. Sin duda su paso por la Guerra Civil Española, alistado en contra de las fuerzas rebeldes en las filas del sindicato troskista del POUM, marcó su visión del estalinismo como fuerza totalitaria. Tanto esta dura Guerra Civil como la Segunda Guerra Mundial, fueron un baño de realidad para él, y paradójicamente inspiraron unas obras de ficción pero cuyo mensaje sigue vigente. Sobre estos acontecimientos Orwell escribió artículos y ensayos para diarios y radio, como Tribune o la BBC.
Pero finalmente destacarán títulos como 1984 o Rebelión en la granja, sin olvidar tampoco Homenaje a Cataluña, Mi Guerra Civil Española, Diario de Guerrao Subir a por aire. Todas ellas igualmente recomendables.
La influencia de sus textos fue tal que el adjetivo «orwelliano» se utiliza frecuentemente en referencia al distópico universo totalitarista imaginado por el escritor inglés. ¿Tanta es la potencia de su obra? Atendamos a la elegida para esta reseña, “1984”.
La historia: “1984”
La historia contenida en estas páginas pertenece al género de la ficción distópica. Pero incluso los que no sean amantes de este tipo de lectura podrán encontrar en ella elementos que posiblemente le enganchen a la misma. Téngase en cuenta a este respecto que en este género, y de la mano de un genio como es el autor que nos ocupa, se exploran las estructuras sociales y políticas. Y, particularmente, en el caso que se nos presenta, las reflexiones resultantes son en gran medida extensibles nuestro tiempo.
Literatura distópica
Este tipo de literatura distópica nace realmente en 1921, cuando el ingeniero ruso Yevgeni Zamiatin publica «Nosotros». En esta última el autor presenta a unos seres sin nombre que sufren bajo el yugo del poder absoluto. A partir de entonces, es común en la distopía que suponga imaginar un futuro carente de privacidad y libertades, en la que la ciencia y la tecnología sirven para que unas élites todopoderosas esclavicen a la humanidad. Será tras la publicación de «Nosotros» cuando el género segirá en marcha de la mano del genio que protagoniza este escrito y de otro grande como Huxley.
Estos últimos popularizarán este tipo de novela con los clásicos: «Un mundo feliz» de Aldous Huxley, y la referida en esta reseña «1984», de George Orwell. Aprovecho la ocasión para recomendar el trío a todos los amantes de la reflexión que hayan leído hasta este punto. Si embargo, continuemos con la elegida en esta ocasión.
Argumento
Acudiendo en concreto a la novela protagonista la trama se desarrolla en el año 1984, en un futuro Londres. En la novela esta zona geográfica es parte de una región que anteriormente fue llamada Inglaterra pero que en recibirá el nombre de “Franja Aérea 1”, perteneciente a su vez a la región de Oceanía.
La sociedad de Oceanía estará dividida en tres grupos. Los miembros “externos” del Partido Único, los miembros del Consejo dirigente y una masa de gente, a la que el Partido mantiene pobre y entretenida para que no puedan ni quieran rebelarse, los proles ¿Les suena?
Los miembros “externos” constituyen la burocracia del aparato estatal. Por ello la necesidad manifiesta en la novela de mantener una estricta vigilancia. Como resultado, los individuos viven sometidos a un control asfixiante y a una propaganda alienante que los desmoraliza y les impide pensar críticamente ¿Les suena esto quizá?
El personaje principal de la novela es Winston Smith, que trabaja en lo que en la novela recibe el nombre de el Ministerio de la Verdad, aunque siendo este un tanto paradójico. Su cometido es reescribir la historia, ironizando así el nombre del Ministerio referido. Tras años trabajando para el mismo, Winston Smith se va volviendo consciente de que los retoques de la historia en los que consiste su trabajo son solo una parte de la gran farsa en la que se basa su gobierno. Como resultado, nuestro protagonista descubre la falsedad intencionada de todas las informaciones procedentes del Partido Único ¿Sospechan este aspecto en algún sistema en la actualidad?
En su ansia de evadir la omnipresente vigilancia del Gran Hermano (que llega inclusive a todas las casas) encuentra el amor de una joven rebelde llamada Julia, también desengañada del sistema político. Ambos personajes encarnan así una resistencia de dos contra una sociedad que se vigila a sí misma ¿Se han imaginado en alguna ocasión haciendo el papel de este personaje? Si lo consigue o no es algo que se resuelve en la obra, con lo cual lo mejor para ello es acudir a la misma, pues Orwell lo cuenta mucho mejor que esta que escribe.
¿Por qué leer “1984”?
Leer “1984”, una aparente fábula que supone realmente un brillante análisis sobre el totalitarismo, todavía produce impacto. Muy posiblemente porque reconocemos lo que describe.
En ella es común encontrar el doble pensamiento, mantener dos ideas contradictorias al mismo tiempo; La Policía del Pensamiento; el Ministerio del Amor, que se ocupa del dolor, la desesperación y aniquila a todo disidente; el Ministerio de la Paz que desata la guerra; las máquinas dedicadas a escribir novelas que producen pornografía con la que sobornar a las masas. Con estos elementos llenos de ironía Orwell nos abrió los ojos para permitirnos divisar cómo funcionan los regímenes totalitarios, de los que él mismo fue testigo. De esta forma, en primera instancia, su obra supone una crítica al mundo que le rodeaba, pero también un aviso al que estaba por llegar, que no es otro que el nuestro.
Cierto es que ya no vivimos en los tiempos de este maravilloso autor. Pero también lo es que podemos hacer una lectura diferente de “1984”, utilizando la obra para medir hasta qué punto nosotros, nuestras naciones y el mundo nos hemos situado en la senda que describió el escritor británico.
¿Profético? Posiblemente, de ahí la necesidad de sacarlo de la sección de ciencia ficción y leerlo con una mirada crítica aplicada a nuestra propia realidad. Estas páginas tienen el peligro de hacernos conscientes de si vivimos en una distopía similar, y a partir de ello posibilitar salir de la misma…Aunque posiblemente, cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia…¿o no?
Voltaire (1694-1778) es una de las figuras representativas de la Ilustración. Este proceso propone la cultura como el elemento que permite eliminar las sombras del pensamiento europeo para iluminar a la humanidad a través de la razón.
Prueba de la importancia del francés y de su participación en dicho proceso es la obra que protagoniza esta reseña. Frente una época donde la intolerancia era a veces normalizada, Voltaire redacta este tratado animando a la filosofía a poner fin a un problema tan acusado.
Con ocasión de la muerte de Jean Calas, protestante que fue víctima del fanatismo religioso, nos ilustra en el injusto caso de la condena que este pobre hombre sufrió.
Jean Calas
Jean Calas era un modesto comerciante que residía en Tolouse (Francia), contemporáneo de Voltaire. Tanto Calas como su esposa eran cristianos protestantes. Desgraciadamente para ellos, en aquella época Francia era un país mayoritariamente católico y el catolicismo la religión estatal.
En su época, la dura represión del protestantismo que inició el rey Luis XIV con la revocación del edicto de Nantes (que aumentaba la persecución del colectivo protestante) había comenzado a ceder. Sin embargo, las mentes no reaccionan rápido a este tipo de cambios. Así que los protestantes sólo eran tolerados, pero el ambiente tampoco era idóneo para ellos.
Calas era una persona bien considerada en su ciudad, un trabajador padre de familia que no daba problemas a la comunidad. Uno de sus hijos, Louis, se convirtió al catolicismo en 1756. Esta cuestión no debería ser importante, no obstante sirvió como excusa para que su destino cambiase trágicamente. Entre el 13 y 14 de octubre de 1761, el primogénito de Calas, Marc-Antoine, apareció muerto en la planta baja de la residencia familiar.
Juicio Calas
Al interrogar a la familia, al principio declararon que había sido asesinado por un ladrón. Más tarde aseguraron que le habían encontrado ahorcado. Aunque en la actualidad suene sospechoso, no debe resultar extraño que intentaran ocultar los hechos. En aquellos años la Iglesia consideraba el suicidio como el más terrible crimen contra uno mismo. Como consecuencia, el cadáver del suicida era ultrajado.
Por amor a su hijo, quisieron evitar tal humillación a su cuerpo. Por ello, dispusieron las cosas para que la escena pareciese un estrangulamiento a consecuencia de un robo.
Pronto surgieron rumores que determinaron el destino de esta familia. En el pueblo comenzó a popularizarse la idea de que había sido Jean Calas el que asesinó a su hijo al enterarse de que, también él, pretendía convertirse al catolicismo. Sin indagar si esta era la intención de joven fallecido, Marc-Antoine, se le declaró inmediatamente como mártir y se le sepultó de acuerdo con el rito católico. Esto supuso la condena formal al padre de asesinato, bajo la cual sólo había una guerra de religiones.
La credulidad de la mayoría llegó hasta tal punto que un 9 de marzo de 1762, el Parlamento de Tolouse sentenció a Jean Calas a morir en la Rueda. Poco después, el 10 de marzo, llevaron a cabo la sentencia y murió mientras clamaba su inocencia. El odio era tal que este castigo no era suficiente. Tras la rueda, se le estranguló y el cadáver fue quemado en la hoguera.
La misma sentencia condenó al destierro a Pierre, otro de los hijos de nuestro protagonista. Además de lo cual, sus dos hermanas restantes fueron llevadas a un convento. Finalmente también se confiscaron los bienes de la familia, y la vergüenza cayó sobre la misma.
Voltaire implicado en el proceso
Este caso sonó por toda Europa, la crudeza de los hechos no era para menos. Voltaire lo conoció estando en Ginebra (Suiza). Pierre Calas, el hijo desterrado a causa de la condena, estaba seguro de la inocencia de su padre. Por ello, no descansó hasta dar con el filósofo ,que ya era reconocido por su tolerancia e ideas progresistas. Finalmente logró convencerle para que le prestase su ayuda.
En un principio sospechaba que Calas había actuado por fanatismo anticatólico.
Voltaire detestaba la intolerancia, independientemente de la religión o ideario que la origine. No obstante, tras investigar lo suficiente se percató de lo injustificado de la condena. Esta sólo había surgido como producto de los rumores del pueblo, no había pruebas ni indicios contra aquél hombre. Jean Calas era la verdadera víctima. Fue un padre de familia que no sólo soportó la muerte de su hijo, sino la acusación infundada del resto que le llevó a la muerte.
Para lograr la revisión del proceso, Voltaire publicó, en 1763, el tratado protagonista de esta reseña: Tratado sobre la tolerancia. Gracias al efecto del mismo, finalmente el 9 de marzo de 1765 se reconoció la inocencia de Jean Calas. Asía la memoria de este hombre y de su familia fue rehabilitada.
Voltaire se convirtió así en el primer escritor francés que se implicó públicamente en un asunto judicial. Y podemos afirmar que su filosofía resultaba acertada si tenemos en cuenta el efecto conseguido. Sin embargo, no cabe reducir el contenido de las reflexiones de esta obra a este caso en concreto.
Voltaire: armas contra la intolerancia
A través de esta historia, Voltaire plantea el problema de la intolerancia de forma abierta. En estas páginas propone la filosofía y el pensamiento racional como las mejores armas para combatirlo. El resultado es un ensayo claramente inmortal. Sus palabras y pensamientos son aun aplicables a muchos de los problemas sociales que a día de hoy aún nos aquejan.
El filósofo plantea que la intolerancia sin ser de derecho divino y/o natural, no puede tomarse de ninguna forma como un derecho humano. Además, en su opinión, el fuego de este mal aumenta con la mala educación. Por si fuese poco, a juicio del ilustrado, la ignorancia que provoca este mal cuenta con la superstición como principal aliada, lo cual desemboca en la insensatez humana. Como alternativa, el pensamiento racional puede disipar las tinieblas que genera este equívoco humano, no es otro el objetivo de esta obra.
Voltaire era un verdadero pacifista. Para él la tolerancia genera el necesario respeto entre individuos que hacen posible una paz social y amor recíprocos, que asoman un horizonte de esperanza para la humanidad.
“¡Ojala todos nos acordemos de que somos hermanos!”, deja el francés escrito en este ensayo. La propuesta presente sigue siendo tarea pendiente, y el deseo que esconde esta sentencia el anhelo íntimo del hombre que se preocupa por el mañana. Para avanzar en la tarea, esta obra es la oportunidad de conocer el consejo de una de las mentes más sabias del pasado.
La editorial Herder nos brinda un regalo a todos los amantes del saber y no es otra cosa que el libro del que vengo a hablarles hoy: Los caminos de Heidegger. Una obra que nos permite contemplar una imagen viva de uno de los filósofos más relevantes de la historia reciente. En estas páginas acudimos a los planteamientos más significativos de la obra de Heidegger de la mano de otro maestro de la disciplina filosófica, como lo es Hans-Georg Gadamer.
No es irrelevante el hecho de que el autor sea el señalado. Gadamer estudió filosofía y filología clásica en Breslavia, Marburgo y Friburgo, donde fue alumno de Heidegger, convirtiéndose en uno de sus más destacados discípulos.
El autor: Gadamer
Gadamer es, sin duda, uno de los filósofos más influyentes de la segunda mitad del siglo XX. Conocido como el impulsor de la filosofía hermenéutica contemporánea, este filósofo se caracterizó por su habilidad para incorporar dentro de una concepción propia y original una multiplicidad de motivos centrales de muchos de los principales representantes de la tradición filosófica occidental. Entre esas fuentes de inspiración juegan un papel preponderante, por un lado, la tradición de la dialéctica socrático-platónica y, por otro, el pensamiento de Heidegger, protagonista de este escrito.
El autor de Verdad y Método es un punto de referencia para todo amante del saber que intente comprender las vertientes actuales de la disciplina. No obstante, para acercarse a su figura, hay que remitir a dos vertientes del pensamiento filosófico, en muchos aspectos opuestas entre sí, que resultaron determinantes en la formación filosófica de Gadamer: por un lado, el pensamiento neokantiano de la Escuela de Marburgo, cuyos principales representantes fueron H. Cohen y P. Natorp, con su fuerte orientación hacia la lógica y la filosofía de la ciencia; por otro, la fenomenología de E. Husserl, tal como fue continuada, transformada y, en cierto sentido, radicalizada por M. Heidegger, el discípulo más brillante de Husserl, que no tardaría en convertirse en uno de los filósofos más importantes del siglo XX.
Gadamer y Heidegger
En principio, hablamos de un autor que se había formado inicialmente en el seno de la Escuela Neokantiana de Marburgo. Gadamer había alcanzado en 1922 el grado de doctor con un trabajo realizado bajo la dirección del propio Natorp. Pero lo cierto es que no tardó en buscar una aproximación a los dos grandes fenomenólogos de Friburgo, donde pasó el semestre de verano de 1923. Tras ese primer contacto pasaría a convertirse así en un discípulo cercano de Heidegger, el más joven de ambos, que, a los ojos de un círculo cada vez más amplio de seguidores, encarnaba por aquel entonces la esperanza de una genuina renovación de la filosofía académica alemana.
Quiso el destino que en el semestre de invierno del mismo año 1923 Heidegger en cuya casa de campo, en la Selva Negra, Gadamer acababa de permanecer un mes como huésped, hasta que fuera designado como Profesor Extraordinario en Marburgo, donde permaneció hasta 1928. Esto posibilitó una prolongada y estrecha interacción, tanto académica como personal, entre ambos, de la cual nace en gran medida la obra Los caminos de Heidegger, que hoy podemos leer gracias al buen hacer de la editorial Herder.
Dedsde el neokantismo a la fenomenología
Este tránsito, de la mano de Heidegger, desde el neokantismo a la fenomenología, fue un hecho decisivo en la biografía intelectual de Gadamer. Y es que, es a partir de la relación con Heidegger como Gadamer pudo encontrar, al cabo de un proceso largo de construcción de una identidad filosófica propia, su lugar de asentamiento en la segunda mitad del siglo XX.
Y es que, la fenomenología hermenéutica de Heidegger representaba una fuerte reacción contra las tendencias cientificistas y formalistas que habían determinado la dirección fundamental del neokantismo de la Escuela de Marburgo. Frente a lo que parecía ser un intento de reducir toda pretensión genuina de sentido y verdad al ámbito acotado del conocimiento científico, Heidegger intentaba, en cambio, recuperar en y desde la filosofía misma aquella dimensión básica de significación abierta originariamente, antes de toda posible mediación teórica y metódica, en el acceso inmediato al mundo de la vida. Y, con una personalidad propia, será esta misma senda la que nos presente Gadamer en obras inmortales como Verdad y Método.
Los caminos de Heidegger, la obra
Aunque describir el pensamiento y la importancia de estos autores es imposible en un artículo como este, basta lo señalado para comprender la importancia de esta obra. En ella veremos a ambos genios. El padre de la hermenéutica contemporánea nos habla de su fuente de inspiración, Heidegger, desde una cercanía privilegiada que nos ayuda a contemplar al filósofo alemán desde múltiples perspectivas y cuyo retrato permite enriquecer nuestro conocimiento de ambos autores.
Los caminos de Heidegger son en realidad una serie de estudios reunidos, en gran parte artículos y conferencias, que Gadamer escribió cuando ya tenía un punto de vista propio, un camino formado independiente al de su maestro que le permitió describir con perspectiva el camino del pensar del que es considerado uno de los filósofos más relevantes de los últimos años.
Creación de la obra
En cuanto al nacimiento de esta obra el propio Gadamer nos lo cuenta en las primeras páginas de la misma:
“Esta iniciativa comenzó cuando Heidegger me propuso escribir una introducción para la edición de su ensayo sobre la obra de arte, publicado por la editorial Reclam. (…) ni fue escrita en primer lugar por encargo, sino de una manera que me permitía reconocer en el camino de pensar de Heidegger mi propia pregunta tal como la había planteado poco antes en Verdad y Método. También en todos mis posteriores artículos sobre Heidegger pretendí hacer perceptible desde mis propios presupuestos y posibilidades la tarea de pensar que Heidegger se había planteado, y quise mostrar que especialmente aquel Heidegger que después de Ser y Tiempo experimentó su <<viraje>> (kehre), en realidad seguía por el camino que había tomado cuando se propuso remontar su interrogación al tiempo anterior a la metafísica y anticipar con su pensar un futuro desconocido”
De esta manera, Gadamer nos pone en contexto del origen de esta obra que, en principio es un conjunto de escritos pero, fue tomando forma propia hasta convertirse en un bello retrato de las ideas más relevantes del siglo XX y de la génesis de las mismas. Así, estamos ante un libro que es muchos más que una obra ocasional. En sus páginas Gadamer nos plantea variaciones sobre el pensamiento de Heidegger, dividido por diferentes partes, que son los distintos prismas que nos ayudan a hacernos una panorámica de la vida y obra de su maestro. De tal manea los conocemos mejor a ambos, al padre de la hermenéutica contemporánea y al que plantó la semilla de la misma en su aventajado discípulo.
¿Qué nos encontramos en la obra?
Como ya he dicho en líneas anteriores, este libro supone un retrato del pensamiento de Heidegger, del discurrir del alemán, y, con ello, de la deriva e influencia que ejercerá hasta nuestros días. De igual manera, con ello, nos acercamos a Gadamer, no ya como un alumno que admira a su maestro, sino como un filósofo con un pensamiento propio, forjado, capaz de mirar con perspectiva y mostrarnos la imagen resultante del que fuera su tutor. Todo, en un conjunto de escritos que gracias a su formato no se hace pesado al lector. Además, dichos escritos están divididos en cuatro secciones, lo cual permite una compresión gradual y optima de lo expuesto.
En la primera sección el lector asistirá a la situación que Heidegger se encontró y en la que entró en el círculo académico. Gadamer nos describe a su maestro, que con cada escrito, ordenado en orden cronológico, se nos presenta más humano y cercano, al tiempo que asistimos a como se forja su filosofía. En estas líneas acudiremos a su pregunta por el ser y la relación con la temporalidad, así como otras cuestiones fundamentales de su pensamiento como la intersubjetividad.
Un retrato del maestro
Esto, además, viene acompañado por unas descripciones del genio alemán que nos permiten desvelar parcialmente el enigma que a veces le envuelve. Más que un extraño Heidegger aparece como una mente inquieta que nos lanza la pregunta por nuestra propia existencia, haciéndonos a todos protagonistas de su discurso. Fragmentos como este son buena prueba de esta perspectiva cercana a este genio, que solo es posible a través de la pluma de Gadamer.
“Me acuerdo cómo lo conocí en la primavera de 1923. En Marburgo ya me había alcanzado el rumor general de que en Friburgo había surgido un joven genio, y las copias o resúmenes de la extravagante dicción peculiar del entonces asistente de Husserl iban de mano en mano. Fui a verlo en su locutorio en la Universidad de Friburgo. Justo cuando entré en el pasillo que llevaba a su despacho, vi que alguien salió de él, que fue acompañado hasta la puerta por un hombre bajito y moreno, y me quedé esperando pacientemente porque creí que otra persona estaba aún con Heidegger. Pero ese otro era Heidegger mismo. Era, ciertamente, alguien diferente a aquellos que hasta entonces había conocido como profesores de filosofía. Me parecía que más bien tenía aspecto de un ingeniero, de un experto técnico: escueto, cerrado, lleno de energía concentrada y sin la suave elegancia cultivada del homo literatus”
Con descripciones como esta nos acercamos a un pensador tan enigmático como de necesaria lectura para los amantes del saber, pero en esta obra de una manera diferente. Heidegger, un chaman de las ideas que embelesaba con sus peculiares formas, aparece a nuestro lado. Humano, cercano, pasa de ser el maestro de Gadamer a ser el nuestro.
Del retrato a la filosofía
A partir de la cercanía que nace de las letras de Gadamer entramos poco a poco en la filosofía del alemán, haciendo un prisma que nos permite ver un mapa completo de la misma. Así, en la segunda parte de la obra el lector se enfrenta a la relación entre la ética y la filosofía en Heidegger, un asunto que ha generado numerosos debates de suma importancia y que Gadamer abordará especialmente a partir de la obra “Carta sobre el humanismo”.
De la misma manera, poco a poco profundiaremos más y en la tercera sección Gadamer nos hablará de la evolución del pensamiento de su maestro; hasta llegar a una cuarta y última parte de la obra en la que incluye siete ensayos que completan la totalidad de los trabajos que Hans-Georg Gadamer hace sobre el que fuera su maestro.
Como él mismo autor de esta obra indica en el prólogo, al tratarse de breves escritos, artículos, conferencias, etc, a veces los temas se cruzan y parecen solaparse. Pero para nada suena repetitivo en cuanto que el hermeneuta siempre nos muestra una cara más del prisma que supone la enorme obra de este autor. Con ello encontramos constantemente nuevos matices en cada texto que aseguran la reflexión sobre el ser y sobre nuestra propia existencia. Toda una aventura que invita a la lectura de “Los caminos de Heidegger” que en esta obra se abren para la mente inquieta que desee recorrerlos.
María Zambrano (1904-1991), discípula de Ortega y Gasset, escribió su ensayo Filosofía y poesía durante su exilio en México en 1939. En él apuesta por la conciliación entre pensamiento racional y poesía. El tema es tan bello que es inevitable recomendar su lectura a través de esta reseña. La intención de esta obra puede resumirse en la pregunta que ella misma formula:
“¿No será posible que algún día afortunado la poesía recoja todo lo que la filosofía sabe, todo lo que aprendió en su alejamiento y en su duda, para fijar lucidamente todos sus sueños?”
María Zambrano, Filosofía y Poesía
Para darle respuesta, la malagueña hace un repaso histórico sobre la relación entre el pensamiento filosófico y la poesía, cuyo origen sitúa en Grecia.
Relación entre la filosofía y la poesía
Desde que Platón condenara a los poetas, filosofía y poesía discurren como discursos paralelos. No obstante, es fácil intuir que el fondo humano del que beben es similar, aun teniendo dispares caminos. La apuesta de Zambrano pasa por la voluntad de “unificar” estos senderos aparentemente divergentes. Para ello, se propone hallar un logos mediador que aproxime la palabra filosófica a la poética. Esta mediación se da claramente en el propio estilo de la autora, que supone un vehículo perfecto de expresión para tales intenciones.
La filósofa parte de la idea de que la actitud ante la realidad del filósofo y del poeta son la misma: la admiración ante las cosas. Esta descripción se remonta a Aristóteles, pero en Zambrano, especialmente, tendrá consecuencias notorias. Sin embargo, aunque reconoce el origen común de ambos, también nos dice la autora que la filosofía se ha centrado en la conquista del saber por medio de la abstracción, desprendiéndose de lo real para encontrar la verdad. En cambio, el poeta se aferra a las cosas, a lo múltiple… Por ello, este encuentra esa verdad no a través de la búsqueda sino del delirio, la revelación y otras formas que la filosofía evita.
De este modo, filosofía y poesía suponen dos tipos diferentes de racionalidad, así como dos actitudes distintas hacia el mundo. Será en la búsqueda de coincidencias entre una y otra en las que Zambrano sitúe las bases de una de las grandes aportaciones de esta obra: la razón-poética.
Razón poética
El concepto de razón poética es un aporte teórico específico de esta pensadora. Con este término, la malagueña alude a un método de conocimiento que se diferenciaría de la razón discursiva, que ha dominado el discurso filosófico de nuestra sociedad occidental. La nueva razón poética que nos propone constituye un nuevo método cognoscitivo. Con él se aspira a lograr un saber unificado que abrace distintos campos y que persiga explicar tanto las dimensiones racionales como las emocionales, pues ambas se presentan en nuestra existencia.
Esta nueva razón estará inevitablemente emparentada con la razón vital, de la que habló su maestro Ortega. Con ella se persigue dar voz a lo real, al mundo vivido, que no puede ser reducido a la abstracción de un concepto. Buscamos entonces superar las barreras del concepto, trascenderlo para también comprender lo que este no integra. El mundo sentido más allá del pensado. En definitiva, se trata de transitar los niveles más subterráneos de la existencia.
Es así perceptible que lo que hasta ahora eran dos vías para hablar de la realidad, la filosofía y la poesía, tienen necesidad la una de la otra. Juntas podrán completar el conocimiento sobre nuestra forma de existir. Esto es algo que Zambrano intuye que ocurría con los filósofos presocráticos, como Parménides, pero que se perdió con Platón. Por ello, apostará la autora por una filosofía que recupere su dimensión poética, en tanto que:
«Poesía y razón se completan y requieren una a otra. La poesía vendría a ser el pensamiento supremo para captar la realidad íntima de cada cosa, la realidad fluyente, movediza, la radical heterogeneidad del ser.»
María Zambrano, Filosofía y poesía.
Como consecuencia de estos intereses, veremos que el contenido de esta obra supone un intento de refundamentar la razón. Para ello, deberán aceptarse métodos de conocimiento no exclusivamente racionales, especialmente la intuición. La apuesta no deja de ser arriesgada, pero también viene de la mano de un humanismo que nos invita a ensanchar la concepción de nosotros mismos.
Zambrano, ejemplo vivo de su propuesta
En este libro, de fácil lectura para los que no estén versados en la disciplina filosófica, la apuesta concreta de Zambrano pasa por buscar el nexo que una filosofía y poesía. La autora afirmará encontrarlo parcialmente en algunos autores contemporáneos (como Baudelaire, Novalis, Victor Hugo…entre otros). Sin embargo, es en el propio tono y estilo de la obra donde podemos captar mejor su propuesta. Así, aunque la malagueña usa como ejemplo otros autores, fue ella misma la personificación de esa razón poética, que se manifiesta en este libro gracias a la belleza de su pluma.
En estas páginas, se nos deleita con un lenguaje que trata los problemas de la tradición filosófica dejando que la verdad aflore sin un tono dialéctico, sino dibujando un camino que abre nuevas posibilidades al pensar.
En este sendero de búsqueda de una “poesía consciente” juegan un papel decisivo otros autores como Paul Valery (1871-1945), en el que exactitud y estilo muestran el esfuerzo de expresar ese sueño poético. La poesía en autores como él va asemejándose así al pensamiento. Pero quizá por el hecho de que la poesía se sitúe paralelamente al pensamiento, hace pensar que ha dejado de ser fiel a sí misma. De ahí el que la autora deba profundizar en el asunto, pues en sus propias palabras:
“La poesía, al sufrir el martirio de la lucidez, se aproxima a la razón…”.
Maria Zambrano, Filosofía y Poesía.
Esto implicaría que es posible que esa unión soñada entre ambas no sea posible de manera total. Porque quién está tocado por la poesía, no puede renunciar a ella y quién apostó por la filosofía, quizá ya no pueda volver atrás.
Zambrano en este ensayo aborda la cuestión desde la lucidez del filósofo pero con las bellas formas del poeta. Finalmente es el estilo de su propia obra el que refuerza la idea de que filosofía y poesía son dos caras de la misma moneda. Como expresa en la misma: “[…] en la poesía encontramos directamente al hombre concreto, individual. En la filosofía al hombre en su historia universal, en su querer ser”. Ambas serán entonces caminos que nos llevan a un mismo destino: el conocimiento de nosotros mismos.
NO NI NÁ un programa fuera de las convenciones sociales, de corte cínico. En él evocamos a Sócrates. Primero recuperando su ironía en nuestro repaso a la actualidad, luego reconociendo nuestra ignorancia, atreviéndonos incluso a preguntar lo absurdo. Y por último, lo más importante, aprendiendo de los mundos que viven en otros, practicando el arte de la mayéutica.
Hoy, lanzaremos la pregunta fundamental a un invitado de lujo, Javier Sierra, que responderá al difícil interrogante: ¿quién eres tú?
Veremos su espíritu filosófico y nos contagiará de su hambre de conocimiento. Un programa muy especial, pues Javier fue el que convirtió a Raquel en una lectora voraz, en una amante de la duda, y por ello se tratará de un programa emotivo, al tiempo que instructivo y divertido.
Filosofamos juntos, pero como lo hacía Sócrates, reconociendo la ignorancia, con gotitas de humor, y preguntando a los demás para asomarnos al misterio que siempre se esconde en los otros. Hoy, al de Javier Sierra.
NO NI NÁ, un programa fuera de las convenciones sociales, en el que vemos la cara más cínica de Raquel Moreno Lizana.
En éste programa abordamos la actualidad desde una mirada sarcástica, para luego practicar el arte de la mayéutica con invitados que nos invitan a mirar el mundo desde otra perspectiva. En este capítulo recibimos a Marina Bernal. En el viernes de Dolores hablamos con la mujer que estrena una obra sobre la ilustre andaluza Lola Flores. Después del éxito de otras obras como Canta, Rocio canta o Soy Raphaelista.
Marina, periodista y escritora, pero sobre todo entusiasta, hará de este programa uno de los más emotivos de NO NI NÁ. Hablaremos sobre esas madres y abuelas de otra generación a las que tanto le debemos, del periodismo, desde la visión de una profesional que vive para ello desde hace 30 años, de la importancia de algunas figuras del arte andaluz como Lola Flores, y filosofaremos con ella.
Un programa fuera de las convenciones sociales, en el que Raquel Moreno nos invita a reflexionar sobre el mundo pero, también, a reírnos de él.
¿Cómo está el nuevo super villano de la humanidad? Es decir, Putin.
¿Cómo es eso de que la filosofía queda arrinconada en el sistema educativo? Raquel se nos enfada, y parodia la actualidad a través de nuestra sección de noticias. ¿Cuántos idiotas hay sueltos? Lanzamos preguntas al aire, en nuestra sección sin ánimo de ofender.
Y luego, practicamos nuestro particular juego de mayeútica. En este programa con Pedro Narcob, escritor de cuyas obras hablaremos. También doctorando en filosofía, con una postura más que peculiar, hablaremos con él de ella, EL ANTINATALISMO.
Un programa que no deja indiferentes, para desmadrarnos un poquito, NO NI NÁ.
NO NI NÁ, un programa fuera de las convenciones sociales, en el que Raquel Moreno nos invita a reflexionar sobre el mundo, pero también a reírnos de él.
Humor y filosofía se dan de la mano. Después de nuestro particular repaso por la actualidad recibimos a Josefa Ros Velasco. Autora de La enfermedad del aburrimiento, investigadora y doctora en filosofía en la UCM y con trabajos en prestigiosas universidades como Harvard. Pero, sobre todo, una experta en aburrimiento con la que no cabe aburrirse. Filosofamos con ella y nos divertimos, NO NI NÁ.