¿DESCENTRADOS? El Ser humano según Pascal.

“La grandeza del ser humano consiste en su habilidad de conocer su miseria”.

Pensamientos. Pascal. Fragmento 105.

Nos aburrimos, pero también buscamos constantes distracciones y tareas. Parece que siempre queremos hacer cosas, lo necesitamos. Así, de hecho, pensaba también el mismísimo Pascal. Nuestra mente siempre quiere ocuparse de un afuera.

Como prueba basta atender a los datos del periodo de cuarentena que vivimos no hace tanto como parece. En él, la industria audiovisual tuvo más demanda que nunca, tanto es así que en ella se han dado numerosas transformaciones para saciar a un espectador más ocioso que nunca.

Podríamos haber ocupado esta etapa para reflexionar. Aquietar nuestra mente. Pero estos datos muestran que necesitamos constantemente estar haciendo cosas. Algo que muchos podrían pensar puede ser un sello de nuestro tiempo, en cuanto que vivimos en la era de la comunicación y la industria audiovisual. No obstante, esto, posiblemente, ha ocurrido desde siempre.

Tanto es así, que el mismo Pascal en su obra Pensamientos ya describía esta característica del ser humano, que al parecer, no lleva bien la quietud.

“La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”.

Pensamientos. Pascal.

Incapaces de quedarnos quietos

“Se ha declarado el Estado de Alarma”, esta sentencia inició un periodo de cuarentena. Un moemento en el que todo paraba, y nosostros mismos iniciamos en nuestro Canal de Youtube unas tardes de café filosófik para fomentar la reflexión.

Así comenzamos a entenderlo. Paraba el trabajo, las relaciones sociales. La gran mayoría se enfrentaría al aburrimiento. Y para combatirlo quizá tocaba meditar sobre nosotros mismos y el mundo en el que estamos inmersos.

Pero no duramos mucho en estado meditativo. De hecho, pronto comenzó a aumentar el consumo audiovisual. Según las estadísticas, de hecho, hemos visto de media seis horas diarias de televisión, sin contar el resto del tiempo que hemos pasado frente a otras pantallas como el ordenador, durante dicho periodo.

Para acompañarnos en el aislamiento surgieron altruistas propuestas: juegos y canales gratis,directos en la red (fenómeno en el que nosotros mismos hemos participado), deporte compartido. Todo bajo la fórmula quédate conmigo en casa.

Desde casa jugábamos, conectábamos con amigos, hacíamos deporte, veíamos series…

En fin. Finalmente. ¿Alguien se ha aburría realmente? Era momento de reflexión, pero entre directos, ofertas, charlas desde los balcones, noticias… ¿Alguien dedicó este tiempo a la reflexión solitaria?

Posiblemente, la frase de Pascal tiene más actualidad que nunca. El ser humano no aguanta mucho tiempo sin hacer nada.

Ahondemos pues, en esta idea. Pues posiblemente describe algo de nosotros mismos que es necesario tener presente si aún insistimos en dedicar tiempo a la reflexión.

El Ser humano según Pascal

Recordemos, de nuevo, la frase de Pascal, una de las más citadas, y con más actualidad que nuca.

“La infelicidad del hombre se basa sólo en una cosa: que es incapaz de quedarse quieto en su habitación”.

Pensamientos. Pascal.

¿Por qué nos ocurre esto? ¿Realmente somos incapaces de estar quietos como dice este maestro?

Lo cierto es que esta frase esconde una compleja concepción del ser humano según Pascal, que describe en su obra Pensamientos.

Para Pascal, el ser humano es un ser que se enfrenta a constantes dualidades y una extraña sensación de vacío e inquietud cuando no hace nada. Por ello, huyendo de su propia miseria, se centra en el mundo de afuera. Busca con lo que callar la mente. Con el ruido exterior. Haciendo cosas constantemente. Puesto que si para y reflexiona se enfrenta a una sensación de vacío que le inquieta.

Lo que hacemos pues, al buscar constantes distracciones, es huir de nosotros mismos. Y es que el ser humano, para Pascal, es, constantemente, un sujeto descentrado.

SUJETO DESCENTRADO

Si Descartes quiso convertir al sujeto pensante en el punto de Arquímedes y fortalecer su poder, Pascal, que reconoció también la grandeza del pensamiento, descentró al «sujeto».

Si bien en Descartes abundan los símiles tomados de la construcción y la arquitectura que simbolizan la solidez y la seguridad de la nueva filosofía. En Pascal se repiten las referencias al elemento líquido, inconsistente e inasible (flotamos, vagamos). Somos un ser descentrado, un sujeto líquido, que diría años más tarde Bauman, más que la construcción sólida de un yo.

Y es que, si a Descartes le interesaba la unidad, el orden de la razón y la cohesión, Pascal ahondaba en las disonancias, el desorden, las contradicciones, las paradojas y tensiones de la existencia.

Como Schopenhauer, años más tarde, Pascal es implacable cuando habla de la condición humana. Existir, auténticamente, es experimentar el abismo de la miseria, la incertidumbre, la inseguridad, el desencanto, el desamparo y el desasosiego. Situación de la que uno se evade por medio de la diversión y otros mecanismos de evasión.

De ahí que antes de enfrentarnos a las contradicciones siempre estemos evadidos. Ante la posibilidad de reflexionar sobre nuestras contradicciones inventemos algo que hacer. Estamos huyendo de nosotros mismos.

ILUSIÓN DE SOLIDEZ

Aún así, creyendo conocerse, el sujeto no advierte las profundas distorsiones que proyecta en todo lo que trata de explorar.

Dice Pascal, sobre ello, que el ser humano es vanidoso. Claro que, vanidad tiene para Pascal un sentido amplio y complejo. Significa inanidad, vacío, inconsistencia, insustancialidad. Se contrapone al ser. Es la apariencia o imagen que toma el lugar de la realidad. Vanidad se asocia con autoengaño, un fenómeno que nace del miedo a reconocer la propia miseria en el ser humano.

Pascal ve en el ser humano a un corazón vacío de bienes sustanciales que invierte el valor real de las cosas y concede importancia a lo que no lo tiene. Es banal, prisionero de la superficie. Porque tiene miedo de reconocer las dualidades que le atraviesan. Enfrentarse a su propia miseria y, con ello, responsabilizarse de su existencia.

Prefiere la ilusión de solidez en su vida, dirigida a quehaceres inventados, a la inconsistencia de su liquidez.

Para Pascal, el ser humano es:

<<…una nada con respecto al infinito, un todo con respecto a la nada, un medio entre nada y todo. Infinitamente distante de comprender los extremos, para él, el fin y el principio de las cosas están insuperablemente escondidos en un secreto impenetrable, y es igualmente incapaz de ver la nada de donde ha sido extraído y el infinito donde está sumido>>.

Pensamientos. Pascal

ENFRENTARNOS AL VACÍO

En suma, Pascal describe en sus Pensamientos a un hombre escindido, débil y fragmentado. Es un monstruo incomprensible. De hecho, su grandeza, el pensamiento, no es sino conciencia de fragilidad y desdicha. La lucidez, por su parte, es la experiencia del dolor propio asumido. Y es esto, precisamente lo que se convierte en factor de dignificación personal.

Al igual que Unamuno, Pascal se escandaliza de que el ser humano pueda vivir sin preguntarse por su destino mortal y se concentre en lo superfluo. Pero en la mayoría de ocasiones, sabe, que el ser humano lo hace.

Está descentrado, porque dentro de nosotros no hay más que contradicciones que nos enfrentan a un vacío si paramos y reflexionamos sobre nuestra vida. Este vacío no es más que la falta de determinación de la misma, y así la necesidad de comprometernos con la realidad. Pero ante la angustia vital que pueda surgir de la contemplación que lleva al enfrentamiento con dicho vacío, enfrentamiento que nos dignifica, solemos buscar “cosas que hacer”.

¿Es por ello por lo que en nuestro tiempo, sobre todo, abunda la oferta para divertirnos y hacer cosas? ¿Es por ello por lo que cala tanto la idea del “aprovechar el tiempo” en un sentido meramente productivo, cual si fuese una mercancía que asumir en lugar de una dimensión que habitar? ¿Huímos de la oportunidad de estar quietos y enfrentarnos a ese vacío?

Si fuera así aún estamos a tiempo. De hecho, cada día lo estamos, ¿o ya no somos capaces? Pruebe usted, ¿es capaz de cerrar esta página y quedarse sin hacer nada en la cama para enfrentarse a sí mismo?

Ante tantas distracciones y como seres descentrados esto es lo que nos aconseja Pascal. Siendo así, yo misma paro de escribir, veremos cuánto aguanto sin hacer nada, porque el aburrimiento me incitará al movimiento, y quedarme en ese estado tampoco es la opción. En el punto medio está la virtud, decía el viejo Aristóteles. No es fácil el reto para un sujeto descentrado, pero al menos es un reto que quizá merezca la pena asumir.

Raquel Moreno Lizana.