La ironía de Voltaire

Voltaire es conocido por ser uno de los pilares fundamentales de lo que a día de hoy conocemos como ilustración. Su discurso sobre la tolerancia y el libre pensamiento hacen que por su obra no pase el tiempo. No obstante, esto no es lo único que caracteriza a este personaje, si atendemos a su vida, cabe decir que uno de sus sellos de identidad es su actitud irónica, que nos dejó numerosas anécdotas divertidas. En este artículo rescatamos tres de ellas que muestran el sentido del humor del francés, al tiempo que su inteligencia. Con Voltaire, filosofía y humor se abrazan sin dejar de la do la reflexión.

Ser francés

En la primera de estas anécdotas Voltaire nos muestra lo absurdo que puede llegar a ser el patriotismo exacerbado, y lo fácil que puede ser acallar las voces de los que practican una actitud tolerante basándose en él.

Ocurrió en 1726. En aquél año, a resultas de una disputa con una influyente familia aristocrática, fue de nuevo encarcelado en La Bastilla, en la que estuvo varias veces. Quedó libre a las dos semanas, con la promesa de exiliarse de Francia e irse a Inglaterra. En aquella época esto suponía una manera de cambiar de condena, pues por aquel entonces los franceses eran muy odiados en Inglaterra. Pero Voltaire asumió el castigo.

Un día en que daba un paseo por Londres una multitud furiosa que le escucho hablar se dirigió hacia Voltaire gritando:

– ¡Matadle! ¡Colguemos al francés!

El filósofo se encaró con la vociferante multitud y les dijo:

– ¡Ingleses!, ¡queréis matarme sólo porque soy francés¡¿no es ya bastante desgracia para mí no ser inglés?

Sus palabras fueron suficientes para aplacar los ánimos y volver amable a la multitud que incluso le acompaño hasta su casa para salvaguardar su integridad física.

El rey burro

Federico II de Prusia se declaraba admirador de Voltaire, aunque a veces le había hecho objeto de sus sátiras. Cierta vez que habían invitado al filósofo a cenar, el monarca dejó sobre el plato que correspondía a Voltaire una tarjeta que decía:

“Voltaire es el primero de los asnos. Federico II”. 

Voltaire vio la nota y sin inmutarse, simplemente, la leyó en voz alta ante el resto de comensales:

-Voltaire es el primero de los asnos. Federico, el segundo”

Téngase en cuenta a este respecto que en Europa al orden de reinado de un monarca se suele añadir el artículo, de manera que Voltaire leyó correctamente la nota y el burro fue el rey. 

La Orgía

A mediados del siglo XVIII, François Marie Arouet (universalmente conocido como Voltaire) fue invitado a asistir a una orgía en París. Jamás había participado en una y se tenía como un hombre abierto a nuevas experiencias. Así, la curiosidad que sentía por saber cómo era hizo que aceptase la invitación a unirse a la bacanal.

La mañana siguiente, tras una más que satisfactoria y placentera noche, el filósofo francés comentó a sus amigos lo mucho que había aprendido y la gran experiencia que había supuesto para él.

Esto hizo que volviesen a invitarle a una nueva orgía para esa misma noche, pero Voltaire, a pesar de ver grandes virtudes en el hedonismo (doctrina que proclama el placer como fin supremo de la vida), prefirió declinar la invitación con la siguiente e ingeniosa contestación:

«Mis buenos amigos, una vez es filosofía, dos veces es perversión»

Raquel Moreno Lizana.